Tic, tac, tic, tac, tic, tac. Las manecillas del reloj y su ritmo impávido han sido siempre un ilustre recurso narrativo. Difícilmente se puede olvidar el tictac de la tripa del cocodrilo que persetutorial al capitán Garfio o los relojes en las películas de Hitchcock. Pero ¿cómo se llama cada una de las agujas de un reloj?
Las agujas o manecillas son esas piezas alargadas y puntiagudas, integradas en la maravilloso anatomía de un reloj, con la gran responsabilidad de indicar a la perfección y con detalle qué hora exacta es a cada momento. Mucho ha pasado desde el nacimiento de sus viejos parientes: el reloj de sol o de agua de los antiguos egipcios.
Pueden estar fabricadas en titanio, acero, aluminio u oro.
La más larga es el minutero y se encarga de marcar los minutos; por el contrario, la aguja corta es la de las horas, su nombre es horario. Y, finalmente, la más delgada y veloz, el segundero, indicadora de los segundos. Su avance circular hacia la derecha, el conocido entido horario', es una herencia de los primeros relojes solares.
Tipos de agujas de un reloj
Las agujas de los relojes de pulsera de allá por el siglo XVIII eran grandes y toscas, nada que ver con las de hoy día gracias a los avances en la seguridad y protección que les ofrece la esfera. Actualmente es posible encontrar una gran variedad de tipos de agujas de un reloj, el límite solo está en la creatividad.
Sus nombres son minutero, horario y segundero.
Las dimensiones, los colores o el material son solo algunos de los aspectos para tener en cuenta en su diseño y, en general, suelen estar fabricadas en titanio, acero, aluminio u oro, como el modelo Black Bay de la firma suiza Tudor.
A simple vista, la forma es sin duda una de las maneras de darle la personalidad a un reloj, y hay donde elegir. Desde los tipos más clásicos: bastón, delfín, espada, catedral, lanza, jeringa, lápiz o flecha; hasta otros de figuras tan interesantes como: flor de lis, pica, manzana o piruleta.
Las agujas están integradas en la maravilloso anatomía de un reloj.
Y a estas alturas, de vez en cuando llega al mercado un reloj que decide romper las normas y destacar por su extravagancia. Pocos ejemplos de ello son mejores que el Big Bang Sang Bleu II Ceramic, de la casa Hublot. Un reloj con un diseño cinético a caballo entre la ingeniería y la arquitectura con unas agujas que cambian de forma, alterando así su aspecto clásico.
Cómo funciona el reloj de pared
La armonía de los relojes a péndulo de pared y su elegancia hace de estos relojes piezas únicas e incomparables. Te contamos todo sobre los diferentes tipos de relojes a péndulo de pared y cómo reparar uno.
Tipos de relojes a péndulo
Cómo ocurre en el maravilloso entorno de los relojes existe gran variedad de relojes a péndulo, te contamos las principales.
Reloj a péndulo de pared antiguo
Cuando nos referimos a un reloj a péndulo de pared antiguo, debemos tener en cuenta que su valor es muy elevado, ya que estas piezas son una auténtica reliquia y son muchos los aficionados a los relojes que desean contar con este tipo de reloj en sus colecciones. Además, son un increíble elemento decorador para aportar un toque vintage y vanguardista allí donde estén colocados.
Mecanismo reloj pared de péndulo y sonería
Para la medición temporal, los relojes a péndulo de pared utilizan un peso oscilante que suele colgar de una cuerda o varilla, por lo que su mecanismo se basa principalmente en este peso oscilante.
Sin embargo, un reloj a péndulo de pared no sólo está formado por el mismo, sino que también incorpora otros elementos como la esfera del reloj, que es la encargada de mostrar la hora, o el mecanismo de escape de impulsos que cronometra al péndulo.
Reloj de péndulo de pie
La dimensión de un reloj péndulo de pie suele ser más grande, ya que suelen contar con un péndulo alto impulsado por un peso. El hecho de que el reloj esté de pie, implica que incluya una caja por debajo del péndulo y, consecuentemente, su tamaño se incrementa.
Reloj de péndulo moderno
Aunque en un principio parezca que los relojes a péndulo son cosa del pasado y una auténtica reliquia, nada más lejos de la realidad, actualmente podemos encontrar un mercado muy amplio en lo que se refiere a relojes de este estilo modernos. Sin duda alguna, el aspecto de estos relojes no puede ser más elegante para ser colocados como decoración en cualquier rincón.
Reloj de pared con péndulo y pesas
Hasta ahora, hemos podido hablar sobre el funcionamiento del péndulo, pero, ¿sabes de qué se tratan las pesas incorporadas en ellos? Estas funcionan como la cuerda del reloj y van bajando de altura poco a poco, de modo que llega un punto en el que tienes que volver a subirlas.
Funcionamiento del reloj de péndulo
Como ya hemos explicado en este post, la energía proviene principalmente de la pesa o péndulo colgando en una cuerda. Pero el funcionamiento del reloj a péndulo de pared va mucho más allá de eso, tiene un completo tren de engranajes, esferas y agujas.
De hecho, cada cierto tiempo siempre hay que dar cuerda al reloj, enrollando la cuerda y haciendo que el peso vuelva a su posición inicial para poder dar la hora.
El reloj de péndulo se atrasa
Es bastante frecuente encontrarnos con casos en los que el reloj a péndulo de pared, sobre todo cuando es antiguo, se atrasa, por lo que conocer cómo hacer para que esto deje de ocurrir o reajustarlo es realmente importante.
Cuando se atrasa, lo primero que hay que hacer es subir la pesa del péndulo, en caso contrario, cuando se adelanta, se debe bajar dicha pesa.
Cómo reparar un reloj de péndulo
Un reloj a péndulo puede presentar varios tipos de fallos en su funcionamiento, desde que su velocidad se altera, hasta falta de movimiento.
Debido al mecanismo tan complejo que poseen estos relojes, te recomendamos que acudas directamente a un taller reparador de relojes cuando tengas algún tipo de problemas con él, ya que así evitarás pérdidas de tiempo y gasto innecesarias.
Cómo va el reloj en la muñeca
Todos los días comienzan con un ritual. Hay quienes se duchan por la mañana, otros salen a correr o, incluso, meditan sin volver a caer redondos en la cama. Después del café sin el que muchos no consiguen ser persona, y a punto de enfilar la puerta para poner un pie en la calle, todos aquellos que llevan el reloj se lo colocan, instintivamente, en la muñeca izquierda. Sin embargo, pocas veces reparan en por qué escogen un brazo u otro. ¿Y por qué no la derecha?
Popularmente se dice que el reloj debe ir en la muñeca izquierda. Y esto no es cierto; por lo menos no al pie de la letra. La forma correcta de llevarlo es en el brazo contrario a la mano útil. Es decir, si eres diestro, en la izquierda; y si eres zurdo, en la derecha. Como tan solo el 15% de la población mundial es zurda, se tiende a generalizar y reducir la norma a que debe ir siempre en la siniestra.
¿Existe algún beneficio?
Con el reloj colocado, y a la hora de la verdad, existen tres beneficios principales que respaldan la decisión de colocárselo en el brazo contrario a la mano útil:
- Practicidad : poder mirar las manecillas mientras realizas otra actividad sólo es posible si se coloca de esta forma. Es decir, permite hacer dos cosas a la vez.
- Comodidad : no solamente permite realizar más de una tarea al mismo tiempo, sino que, al no verte obligado a cortar dicha actividad para bajar la mirada al reloj, también te permitirá sentirte más cómodo.
- Protección : llevar el reloj en el brazo que más utilizamos implica, directamente, exponerlo a más movimientos. Y esto, a su vez, a posibles daños.
¿Dónde está el origen?
Como casi todo lo que implica manecillas y números, la semilla de esta fórmula está en los tiempos de la Revolución Industrial: el convulso y elegante siglo XIX. Por aquella época, todos los hombres que se considerasen puramente decimonónicos portaban relojes de bolsillo. Uno, por estética; y dos, porque los de pulsera se consideraban de mujer.
Los sastres, que observaron esta tendencia, empezaron a coser bolsillos en los trajes varoniles para que los señores pudieran guardar su preciado reloj. Los creaban en la parte izquierda de la levita, buscando que los hombres pudieran sacarlos con la mano derecha. Como ahora, la mayor parte de la sociedad era diestra.
Una vez los relojes marcaron la entrada al siglo XX, la Primera Guerra Mundial impuso el reloj de pulsera. El motivo fue puramente práctico: los pilotos de combate necesitaban mirar la hora muy rápido y sin despegar las yemas de los mandos de vuelo; especialmente sin emplear la mano derecha, con la que se manejan las maniobras. Por la evolución natural de las tendencias, esto se convirtió en moda y, finalmente, se terminó asimilando sin mucha oposición que el reloj se coloca en la mano derecha. Tanto se ha asimilado que ahora es un hábito cualquiera; parte, eso sí, del ritual mañanero con el que se da inicio al día.
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