El secado de árboles, tanto frutales (mango, cítricos y guayaba) como no frutales (Dalbergia sissoo, Populus spp., Eucalyptus globulus, Melia azedarach, Acasia nilotica y Pinus spp.), se ha convertido en un problema grave en algunos países del sur de Asia como Pakistán, India, Nepal, Bután y Bangladesh.
Muchos trabajadores (Bakshi, 1955, 1957, 1974, 1976; Bakshi et al., 1957; Basak, 1994; Khan y Bokhari, 1970) en el pasado han hecho grandes esfuerzos para descubrir la causa real y para idear un tratamiento efectivo para esta disminución de los árboles, pero sin ningún éxito. El fracaso de estos trabajadores puede atribuirse al hecho de que intentaron asignar una sola causa a esta amenaza, pero en realidad fue una causa muy complicada y compleja, como se verá en las siguientes líneas.
Mucha información necesaria para la comprensión de este problema ya está disponible y se encuentra dispersa en la literatura de diferentes disciplinas como Entomología, Fitopatología, Agronomía, Fisiología Vegetal, Ciencia del Suelo, Silvicultura y Horticultura. Ahora la necesidad era reunir esta información en un solo lugar y formular las generalizaciones o sacar las conclusiones para idear un control efectivo de la enfermedad, como se ha hecho en este trabajo.
Causas del Secado de los Árboles
Una serie de factores ambientales, como la deficiencia de nutrientes, la sequía extrema, las inundaciones, el encharcamiento, la salinidad/sodicidad del suelo, las altas temperaturas, los insecticidas, los fungicidas y los herbicidas, contribuyen directa o indirectamente al secado de los árboles.
Deficiencia de Nutrientes
En los suelos arenosos, los árboles se secan debido a la falta de nutrientes, especialmente nitrógeno.
Sequía Extrema
Uno de los efectos dañinos de la sequía es la concentración de sales dentro de las células vegetales sujetas al estrés hídrico. Estas sales pueden dañar las enzimas, que controlan el metabolismo y son por lo tanto esenciales para la vida. A altos niveles de estrés, la respiración, la asimilación de CO2 y la translocación de asimilados caen a niveles cercanos a cero y por lo tanto los árboles se secan. Los árboles generalmente se recuperan de este estrés, si se riegan antes de alcanzar el punto de marchitez permanente.
Inundaciones
Las inundaciones durante períodos prolongados son tóxicas para casi todas las plantas. En las inundaciones, el daño resulta de la exclusión del oxígeno de la zona radicular del suelo. Los efectos dañinos son causados por varios desequilibrios metabólicos, incluyendo la absorción insuficiente de sales minerales, especialmente nitrógeno, la marchitez de las hojas acompañada de una fotosíntesis más lenta y la acumulación de toxinas causadas por microbios alrededor de las raíces.
Encharcamiento
En los suelos encharcados, el agua llena los espacios de aire y por lo tanto hay una rápida reducción en el nivel de oxígeno alrededor de las raíces debido a la muy lenta difusión del gas a través del agua. Este suministro reducido de oxígeno influye negativamente en la respiración, el metabolismo y, el secado de los árboles.
Salinidad/Sodicidad del Suelo
Un estrés común e importante en ciertas áreas es la presencia de alta concentración de sal en el suelo. Millones de acres han dejado de producir debido a la salinidad/sodicidad del suelo (Khan, 1993). Un árbol enfrenta dos problemas en tales áreas, uno de obtener agua de un suelo de potencial osmótico negativo y otro de lidiar con la alta concentración de iones potencialmente tóxicos como el sodio, el carbonato y el cloruro. Otro problema potencial para las plantas que crecen en suelos salinos sódicos es obtener suficiente potasio (K+). Esto se debe a que el Na+ compite con la absorción de K+ por un mecanismo de baja afinidad y el K+ comúnmente está presente en tales suelos en concentraciones mucho más bajas que el Na+.
Altas Temperaturas
Debido al efecto invernadero o al calentamiento global, las temperaturas relativas de diferentes lugares están aumentando gradualmente en diferentes partes del entorno, incluyendo Pakistán. Nuestros suelos ya son bajos en contenido de materia orgánica, es decir, con menos del 1%. Ahora, debido a la creciente temperatura, esta cantidad está disminuyendo aún más, haciendo que el suelo sea compacto, menos poroso y mal aireado. Esta condición deteriorada del suelo a su vez está afectando en gran medida la respiración de las raíces en los árboles.
Insecticidas
La mayoría de los insecticidas clorados, fosfatados y carbamatos matan a los microartrópodos del suelo, es decir, colémbolos (Collembola) y ácaros saprófagos (Acarina), y pauropodios, que normalmente se alimentan de hongos, nematodos y bacterias en el suelo. Cuando el número de microartrópodos y pauropodios se reduce por la aplicación de insecticidas, las poblaciones de hongos, nematodos y bacterias aumentan rápidamente para descomponer y destruir las raíces de los árboles.
Estos microartrópodos y pauropodios también descomponen la hojarasca o los residuos vegetales en materia orgánica, lo que hace que el suelo sea poroso y bien aireado. Cuando estos organismos son matados por los insecticidas, el suelo muestra una baja cantidad de materia orgánica y se vuelve no poroso y compacto, lo que resulta en una mala respiración de las raíces. Tales suelos también son deficientes en nutrientes vegetales.
Por otro lado, todos estos grupos de insecticidas no tienen absolutamente ningún efecto sobre los hongos del suelo, los nematodos y las bacterias, sino que más bien aumentan su número. Solo algunos organofosfatos y carbamatos redujeron ligeramente su número, pero a dosis muy altas.
Las afirmaciones anteriores se confirman cuando un campo de maíz abandonado fue tratado con aplicación de diazinón al suelo a 14 lb/a, hubo una depresión en la población de microartrópodos del suelo (Malone et al., 1967). Cuando los microartrópodos fueron eliminados por fumigación con naftaleno, la descomposición de la hojarasca se redujo en un 25% (Witcamp y Crossley, 1966). Los insecticidas no persistentes del suelo, como el forato y el carbaril, disminuyeron la descomposición de la hojarasca en un 15% a través de su efecto supresor sobre los colémbolos y los ácaros saprófagos (Way y Scopes, 1968; Barrett, 1968). Una aplicación del telodrin organoclorado a un pastizal a 2 lb/a para el control de larvas redujo la fauna de microartrópodos tan severamente que los residuos vegetales no descompuestos formaron una capa gruesa en la superficie del suelo y el suelo subyacente se volvió no poroso y compacto (Kelsey y Arlidge, 1968). Cuando los insecticidas organoclorados, como el DDT, el BHC y la clordano, se aplicaron a huertos de pomáceas, la población de microartrópodos disminuyó mucho en el suelo (Gould y Hamstead, 1951). Los colémbolos en el suelo son altamente susceptibles a los compuestos organofosforados como el zinofos, el forato y el difonato y a los carbamatos como el metomilo y el aldicarb, y no a los organoclorados (Thompson y Gore, 1972). El BHC (HCH) aplicado al pastizal a 13 kg ha-1 redujo la población de colémbolos en dos tercios y los ácaros en un tercio (Sheals, 1957). Aplicado a 4 kg ha-1, el BHC disminuyó los microartrópodos fitófagos en el suelo (Grigoreva, 1952). El lindano aplicado a campos de papa a 5 kg ha-1 redujo ciertas especies de colémbolos y ácaros hasta por tres años (Karg, 1961). Los insecticidas ciclodienos redujeron los colémbolos y los ácaros por igual en el suelo (Edwards, 1969). La aldrina incorporada al suelo a 4 - 6 lb/a redujo las poblaciones de todos los microartrópodos (Edwards et al., 1967). El heptacloro aplicado a tierras cultivables a 2 - 4 lb/a causó reducciones similares de los colémbolos y los ácaros (Edwards, 1965). La endrina a 4 - 8 lb/a aplicada al suelo tuvo un efecto reductor similar sobre los colémbolos y los ácaros (Edwards y Thompson, 1973). El tratamiento con paratión de huertos de cítricos resultó en la desaparición de 10 de las 28 especies de ácaros previamente presentes (Olivier y Ryke, 1969). De los insecticidas organofosforados sistémicos, el disulfotón (Disyston) aplicado en gránulos a 2 lb/a en surcos de un campo de algodón para controlar los áfidos resultó en una reducción del 95% de los colémbolos y los ácaros (Abdellatif y Reynolds, 1967). El forato y el demeton redujeron las poblaciones de colémbolos cuando se aplicaron a 1 lb/a en contraste con el diazinón o el malatión, donde la reducción se produjo solo cuando las dosis alcanzaron las 25 lb/a (Way y Scopes, 1968). El carbaril aplicado a una masa forestal para el control de la polilla gitana a 10 lb/a redujo las poblaciones del suelo de colémbolos y ácaros en un 90%, la reducción fue del 50% a 25 lb/a (Stegeman, 1964). El aldicarb a 10 lb/a redujo los colémbolos y los ácaros en un 60% (Edwards y Lofty, 1971). Se observaron reducciones en el número de pauropodios diminutos, que se alimentan de hongos y residuos vegetales en el suelo, después de los tratamientos con DDT a 10 lb/a (Edwards et al., 1967), con clordano a 2 lb/a (Long et al., 1967) y reducciones severas con aldrina a 4 lb/a (Edwards et al., 1967). El paratión, el diazinón y el disulfotón aplicados a 8 lb/a o el forato y el clorfenvinfos a 4 lb/a eliminaron virtualmente la población de pauropodios en el suelo.
Las lombrices de tierra están presentes en gran número en el suelo (alrededor de 2000 en 1 m2). Se entierran en el suelo y por lo tanto mejoran la aireación y el drenaje del suelo, lo que es necesario para una mejor respiración de las raíces. Diferentes insecticidas matan severamente a las lombrices de tierra, lo que resulta en una mala respiración de las raíces, como se ve en las siguientes líneas.
La aplicación de DDT a 25 lb/a mostró una reducción del 85% en las fundiciones de superficie de las lombrices de tierra (Doane, 1962). La aldrina a 15 lb/a podría usarse para controlar las lombrices de tierra en el césped (Legg, 1968). El dieldrín aplicado a tierras cultivables a 15 lb/a controló completamente las lombrices de tierra (Legg, 1968). La clordano es tóxica para las lombrices de tierra y su aplicación a 2 lb/a en campos de caña de azúcar suprimió las lombrices de tierra en un 90% (Long et al., 1967) y a 18 lb/a proporcionó un control completo de las lombrices de tierra en el césped deportivo (Doane, 1962). El heptacloro aplicado a 25 lb/a a tierras cultivables para el control de hormigas de fuego redujo la población de lombrices de tierra en un 25% (Rhoades, 1962 y 1963). El toxafeno a una dosis más alta de 8 lb/a redujo las lombrices de tierra en el césped (Legg, 1968). El forato y el fensulfotión a 3 - 4 lb/a causaron fuertes muertes iniciales (80-90%) de lombrices de tierra (Edwards y Thompson, 1969). El carbaril a 2 - 4 lb/a redujo las poblaciones de lombrices de tierra en los pastizales en un 60% (Edwards y Thompson, 1969). El carbofurán a 4 lb/a causó una reducción del 95% en las poblaciones de lombrices de tierra en los pastizales (Thompson, 1970).
Herbicidas
La mayoría de los herbicidas no matan a los insectos y ácaros directamente, sino que reducen su número al reducir la cobertura vegetal en la superficie del suelo. Solo algunos herbicidas, a saber, la simazina, el DNOC y posiblemente la atrazina, tienen un efecto letal directo sobre los colémbolos y los ácaros. De manera similar, solo unos pocos herbicidas son directamente tóxicos para las lombrices de tierra, mientras que otros no tienen prácticamente ningún efecto, como se desprende de la presente revisión.
La simazina aplicada a 2 - 4 lb/a redujo el número total de colémbolos y ácaros en un 13 - 50% (Edwards, 1964). Cuando los campos de cebada fueron tratados con herbicidas MCPA o MCPB, se mató la mitad de los colémbolos (Southwood y Cross, 1969). El tratamiento con DNOC a 6 kg ha-1 aplicado a centeno de invierno resultó en una reducción del 50% de los colémbolos y los ácaros en el suelo (Karg, 1964). El DNOC a 5 kg ha-1 en un suelo franco redujo el 12% de la población de colémbolos (Bieringer, 1968). Cuando el dalapón a 17 kg ha-1 y el paraguat a 11 kg ha-1 se aplicaron para despejar el césped, las poblaciones de colémbolos y ácaros se redujeron en gran medida (Curry, 1970). Aplicados a pastizales, los herbicidas atrazina y monurón demostraron ser fatales y causaron una reducción de la población de lombrices de tierra (Fox, 1964). La aplicación de propham a 4 lb/a, clorprofam a 8 lb/a o DNOC a 6 lb/a causó una mortalidad del 30-40% de algunas lombrices de tierra (van der Drift, 1963).
Fungicidas
La aplicación foliar de fungicidas es más segura, pero el tratamiento de semillas y la aplicación al suelo son tóxicos y peligrosos para los colémbolos (Collembola), los ácaros (Acarina) y las lombrices de tierra.
Algunos fungicidas fumigantes como el bromuro de metilo son extremadamente letales para las poblaciones de colémbolos y ácaros en el suelo tratado (Edwards y Thompson, 1973). El fumigante de suelo dazomet aplicado a 325 lb/a redujo fuertemente las poblaciones de colémbolos y ácaros oribátidos (Edwards y Lofty, 1971). El bromuro de metilo, el dazomet, el metham y la cloropicrina demostraron ser tóxicos para las lombrices de tierra en el suelo (Edwards y Lofty, 1971). El uso de fungicidas cúpricos a 2000 ppm en huertos resultó en la desaparición de las lombrices de tierra (Mellanby, 1967). Los fungicidas sistémicos, como el benomilo, el tiofamato metílico, el MBC y el tiabendazol a 0.25 lb/a demostraron ser tóxicos para las lombrices de tierra (Stringer y Wright, 1973). Los pastizales rociados con benomilo a 7 lb/a mostraron una reducción del 95% en el número y el 91% en la biomasa de las lombrices de tierra (Tomlin y Gore, 1974).
Las tensiones ambientales descritas anteriormente alteran el equilibrio orgánico del suelo. Causan una reducción en la población de microartrópodos del suelo, como los colémbolos, los ácaros y los pauropodios, que se alimentan de diferentes tipos de hongos, nematodos y bacterias. Como resultado de esta reducción en el número de microartrópodos, las poblaciones de diferentes hongos, nematodos y bacterias aumentan considerablemente, lo que da como resultado más ataques y una descomposición más rápida de las raíces de los árboles en áreas extensas. Las tensiones ambientales también causan una reducción en la cantidad de materia orgánica en el suelo. Debido a esta reducción de la materia orgánica, los suelos se están volviendo compactos, menos porosos y mal aireados con el paso del tiempo. Esta condición física deteriorada del suelo ha dado como resultado una mala respiración de las raíces con su descomposición final.
Cabe señalar que los insectos que atacan las raíces y las partes aéreas de los árboles no juegan ningún papel en el secado de los árboles.
Se han registrado e identificado altas poblaciones de hongos, como Fusarium solani, Phytophthora sp. y Ganoderma lucidum, y nematodos pertenecientes a diferentes géneros a partir de las raíces afectadas. En la mayoría de los casos, las lesiones primarias en las raíces son causadas por los nematodos y luego son atacadas por los hongos presentes en el suelo. Estos hongos obstruyen los vasos del xilema de las raíces con su crecimiento micelial y causan la descomposición de las raíces, que son incapaces de suministrar agua y sales a los árboles para la fabricación de sus alimentos. La descomposición de las raíces se ve favorecida por la mala respiración (aireación) de las raíces. Como resultado, los árboles se secan.
Métodos para Secar Árboles
Para el propósito de control, las raíces superiores de los árboles a tratar fueron expuestas excavando el suelo en una zanja circular de 3-4 pies de ancho alrededor de los tallos de los árboles. Se excavó una zanja más ancha en el caso de árboles más grandes y una zanja más estrecha en árboles más pequeños, comenzando desde el tallo de los árboles. Al exponer las raíces, se tuvo cuidado de no cortar las raíces finas de alimentación o absorción. Las raíces expuestas se dejaron como estaban durante 8-10 días para la aireación. Luego, se espolvoreó sal común a razón de 1 - 2 kg por árbol (dependiendo del tamaño del árbol y la zanja) en la zanja, que luego se llenó casi por completo con agua para que la sal pudiera ser absorbida en profundidad en el suelo. Cuando el agua y la sal fueron absorbidas por el suelo, la zanja se llenó nuevamente con agua y se aplicó medio litro de formol comercial (38%) sobre el agua. Inmediatamente después de esto, se arrojó estiércol de hojarasca podrida (compost) en el agua en tal cantidad que llenara casi toda la zanja. Si el formol no se cubre inmediatamente con compost desde arriba, se evaporará rápidamente en el aire y pronto se desperdiciará. Finalmente, se aplicó una capa del suelo excavado sobre el estiércol para cubrirlo completamente. Después de unos días, se aplicaron 1 o 2 riegos a los árboles tratados. Este tratamiento se aplicó a mediados de diciembre de 199En marzo, brotaron antes y más que los árboles normales y se volvieron verde intenso. En los años subsiguientes, este tratamiento se ha probado en un gran número de árboles en proceso de secado. Todos ellos se recuperaron a la normalidad, mostrando un 100% de éxito del tratamiento.
El éxito del tratamiento radica en las siguientes funciones de sus componentes:
- Sal común: La sal común es un desecante eficaz, lo que significa que absorbe la humedad de su entorno. Cuando se aplica a las raíces de un árbol, la sal absorbe agua de las raíces, lo que lleva a la deshidratación y la muerte. El tratamiento con sal se puede aplicar al suelo alrededor de la base del árbol o incluso al tronco del árbol. La sal también puede impedir el crecimiento de nuevas raíces, lo que dificulta la recuperación del árbol.
- Formol: El formol es un conservante que mata las bacterias y los hongos. También es un agente de descomposición que puede ayudar a descomponer la madera. El formol se puede aplicar a las raíces de un árbol o incluso al tronco del árbol. Al matar las bacterias y los hongos que ayudan a descomponer la madera, el formol puede acelerar el proceso de descomposición del árbol. El formol también puede impedir el crecimiento de nuevas raíces, lo que dificulta la recuperación del árbol.
- Estiércol de hojarasca podrida (compost): El compost es un material orgánico que ayuda a mejorar la salud del suelo. El compost también ayuda a descomponer la madera. El compost se puede aplicar al suelo alrededor de la base del árbol o incluso al tronco del árbol. Al mejorar la salud del suelo, el compost puede ayudar a que el árbol recupere su salud y crezca. El compost también puede ayudar a descomponer la madera, lo que puede contribuir al proceso de secado del árbol.
Este método es eficaz para secar árboles porque combina la acción de un desecante (sal), un agente de descomposición (formol) y un material orgánico (compost) para crear un ambiente desfavorable para el crecimiento del árbol. El tratamiento con sal y formol mata las raíces del árbol, mientras que el compost ayuda a descomponer la madera.
Productos Químicos para Secar Árboles
Además de los métodos mencionados anteriormente, existen varios productos químicos disponibles en el mercado que se pueden utilizar para secar árboles. Estos productos se pueden encontrar en tiendas de jardinería y viveros. Es importante elegir el producto adecuado para el árbol que desea secar, ya que algunos productos son más efectivos que otros.
Algunos de los productos químicos más comunes utilizados para secar árboles incluyen:
- Glifosato: El glifosato es un herbicida de amplio espectro que mata las plantas matando su sistema de raíces. El glifosato se puede aplicar al suelo alrededor de la base del árbol o al tronco del árbol. El glifosato es eficaz para secar árboles grandes y pequeños, pero puede tardar varias semanas en mostrar resultados.
- Triclopir: El triclopir es otro herbicida de amplio espectro que mata las plantas matando su sistema de raíces. El triclopir se puede aplicar al suelo alrededor de la base del árbol o al tronco del árbol. El triclopir es eficaz para secar árboles grandes y pequeños, pero puede tardar varias semanas en mostrar resultados.
- Imazapic: El imazapic es un herbicida de amplio espectro que mata las plantas matando su sistema de raíces. El imazapic se puede aplicar al suelo alrededor de la base del árbol o al tronco del árbol. El imazapic es eficaz para secar árboles grandes y pequeños, pero puede tardar varias semanas en mostrar resultados.
Es importante recordar que estos productos químicos son tóxicos y deben usarse con precaución. Siempre lea y siga las instrucciones del fabricante antes de aplicar cualquier producto químico. Es importante usar equipo de protección personal, como guantes, gafas y mascarilla, al aplicar productos químicos.
Consultas Habituales
Aquí hay algunas consultas habituales sobre el secado de árboles:
¿Cuánto tiempo tarda en secarse un árbol?
El tiempo que tarda en secarse un árbol depende del tamaño del árbol, el producto químico utilizado y las condiciones climáticas. Los árboles pequeños pueden secarse en unas pocas semanas, mientras que los árboles grandes pueden tardar varios meses.
¿Cómo sé si un árbol está muerto?
Hay algunas señales de que un árbol está muerto, como la falta de hojas, la corteza desprendida y las ramas secas. Si un árbol muestra estas señales, es probable que esté muerto.
¿Qué hago con un árbol muerto?
Una vez que un árbol está muerto, es importante retirarlo para evitar que se caiga y cause daños. Se puede contratar a un profesional para que retire el árbol o se puede cortar el árbol en trozos más pequeños para facilitar su eliminación.
Consejos Adicionales
Aquí hay algunos consejos adicionales para secar árboles:
- Elija el producto químico adecuado para el árbol que desea secar. Algunos productos son más efectivos que otros.
- Lea y siga las instrucciones del fabricante antes de aplicar cualquier producto químico.
- Use equipo de protección personal, como guantes, gafas y mascarilla, al aplicar productos químicos.
- Aplique el producto químico en un día sin viento para evitar que el producto químico se disperse.
- Evite aplicar el producto químico a la vegetación cercana.
- Si tiene alguna duda sobre el secado de un árbol, consulte con un profesional.
Secar árboles es una tarea que requiere tiempo y cuidado. Es importante elegir el producto químico adecuado y usarlo de forma segura. Si sigue los consejos de esta tutorial, podrá secar árboles de forma eficaz y segura.
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