El árbol, obra maestra de John Fowles, no es simplemente una novela de amor ambientada en la Inglaterra victoriana. Es una exploración compleja de la moral, la evolución social y la naturaleza humana, envuelta en una trama que te atrapa desde la primera página.
El árbol nos presenta una historia de amor que podría pertenecer a la literatura sentimental inglesa del siglo XIX. Sin embargo, Fowles va más allá, mostrando un choque entre los principios victorianos y las ideas modernas que ya comenzaban a emerger. Los personajes se debaten entre la tradición y el cambio, un reflejo de la sociedad de la época.
La novela nos sumerge en el sufrimiento de los protagonistas, un sufrimiento que surge precisamente por la colisión de dos entornos. Es como si viéramos la coexistencia de los Neandertales y los Cromañones, cada uno con su propia forma de entender el entorno.
Un narrador que desafía las convenciones
El árbol no se limita a contar la historia de forma tradicional. El narrador, aunque ubicado en el siglo XIX, está consciente del siglo XX, haciendo referencia a conceptos como el psicoanálisis o Hitler, elementos que rompen la barrera temporal.
Fowles nos sorprende aún más cuando el narrador se convierte en un personaje secundario, observador del protagonista. Esto era inaudito hasta ese momento. El narrador, aunque contemporáneo del autor, no se inmiscuía en la historia. Fowles desafía las convenciones narrativas al introducir un narrador que no solo conoce el futuro, sino que incluso puede plantear dos finales alternativos.
La novela nos cuestiona: ¿Es posible que un narrador contemporaneo al autor, en una historia ambientada en el siglo XIX, nos revele detalles del futuro? ¿Cómo podemos mantener la verosimilitud de la historia ante estas licencias narrativas? El árbol nos demuestra que sí, que la magia de la literatura puede crear entornos en los que la historia se fusiona con la imaginación.
Una obra que trasciende el tiempo
El árbol nos habla de la complejidad del amor, de las contradicciones de la moral victoriana, de la evolución de las costumbres. Pero también nos habla de la capacidad del ser humano para amar, para sufrir, para crecer. La novela es un viaje que nos invita a reflexionar sobre nuestra propia historia, sobre nuestra propia evolución.
Si buscas una lectura que te desafíe, que te haga pensar, que te emocione, El árbol es una obra que no te puedes perder. Es una novela que se ha convertido en un clásico de la literatura inglesa, una obra que trasciende el tiempo y que continúa resonando en la actualidad.
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