Santiago de Compostela, una ciudad llena de historia y cultura, también alberga un tesoro natural: La Alameda, un espacio verde que se integra a la perfección con el tejido urbano. Su origen se remonta a la donación de los terrenos a la ciudad por el conde de Altamira, a mediados del siglo XVI. Desde entonces, este espacio ha sido testigo de la evolución de la ciudad, y sus árboles, protagonistas de su historia.
La Alameda, un jardín pacego, como se le conoce por su función de área de esparcimiento y recreo, se compone de tres jardines distintos: La Alameda, La Herradura y La Robleda de Santa Susana. Estos tres espacios, que conforman un conjunto de más de 8 hectáreas, ofrecen un recorrido por diferentes estilos de jardinería, con monumentos, estructuras y flora que los distinguen.
La Robleda de Santa Susana: Un espacio histórico
La Robleda, el espacio ajardinado más antiguo, se caracteriza por el dominio del roble ( Quercus robur), aunque también se pueden encontrar otras especies arbóreas. Este espacio fue lugar de mercado local en la Edad Media, y todavía quedan muchas fotos y representaciones pictóricas de esa actividad durante los siglos XIX y XX. En la actualidad, se puede apreciar la Capilla de Santa Susana, el monumento a Daniel Rodríguez Castelao, y algunos robles de gran porte, con una edad máxima de doscientos años.
La Alameda: Un paseo por la diversidad arbórea
La Alameda, que nace frente a la Porta Faxeira, se caracteriza por sus alineaciones de árboles de distintas especies, que llegan hasta la fuente y escalinata del extremo oeste. La primera parte, con alineaciones de plátanos de paseo y camelias, recibe el nombre particular de Campo de la Estrella. En este espacio destaca un ejemplar de secuoia, que ya sobresale entre el arbolado en una fotografía de finales del siglo XIX, y una magnolia plantada por la Sociedad de Amigos del País. También se pueden encontrar ejemplares conmemorativos de diversos hechos y procedentes de donaciones.
La parte más interna de La Alameda está formada por distintas líneas de árboles. El centro está formado por una doble alineación en la que alternan tilos plateados y camelias. A su derecha existe otra alineación de aligustres de Japón, y ya en contacto con la robleda, un paseo con distintas especies ( chopos, acacias, plátanos ). En el lado opuesto existe una hilera de abetos, y más allá, una zona con pequeños estanques.
En este espacio, además de los árboles, se encuentran el monumento a Casto Méndez Núñez, el templete de la música y la iglesia de El Pilar. A finales del invierno, se pueden admirar los ejemplares de magnolia de Soulange, un magnífico tilo plateado, un plátano de paseo, el tulipero de Virginia, entre otros.
La Herradura: Un enlace entre dos entornos
La Herradura, llamada así por su forma, sirve de enlace entre los dos extremos de La Alameda. El tramo norte se conoce como Paseo de Los Leones, por las dos columnas dobles, cerradas por un arco y rematadas por sendas figuras de león. El frente oeste del espacio está configurado por tres paseos paralelos: paseo de Bóveda, paseo de Las Letras Gallegas y paseo de La Herradura.
Este jardín es rico en monumentos, fuentes y estanques, sobre todo la parte de poniente. Aquí se concentran los conjuntos escultóricos dedicados a Rosalía de Castro y Pedro Pais Lapido, la representación de la popular lechera, las magníficas escalinatas que bajan a campus universitario y las que suben a la iglesia de Santa Susana. También se encuentran el monumento a Manuel Ventura Figueroa y el viejo Cruceiro do Gaio, datado en 167
En La Herradura, se pueden apreciar algunos ejemplares arbóreos dignos de destacar, entre ellos ‘La Perona’, ligada a la visita de Eva Duarte de Perón a Santiago, algunos cipreses de Lawson, abetos del Cáucaso, cedros, magníficos eucaliptos, etc. Además, son destacables algunas formaciones lineares de árboles: dos filas de magníficas palmeras canarias, una de castaños de Indias y, sobre todo, el paseo de robles que rodea el bosque de Santa Susana.
Más allá de La Alameda: árboles singulares de Galicia
Galicia, tierra de contrastes, alberga una rica variedad de árboles, tanto autóctonos como introducidos. Algunos de ellos, como el roble, se identifican con la cultura gallega. Otros, como el eucalipto, llegaron de otras latitudes y han tenido un impacto significativo en el paisaje.
Entre los árboles autóctonos, destacan el castaño, que produce las famosas castañas gallegas; el abedul, con su corteza blanca nacarada; el cerezo, que da frutos en primavera y verano; y el arce sicomoro, que se parece bastante al plátano de sombra.
También están presentes los olmos, que sufren la enfermedad mortal de la tinta; los alisos, que también se ven afectados por esta enfermedad; el tejo, una especie de conífera autóctona; y el fresno, con sus hojas compuestas caducas y opuestas.
En cuanto a los árboles introducidos, el eucalipto, originario de Australia, se ha convertido en una especie dominante en la costa gallega. También se pueden encontrar pinos, como el pino del país, el pino insigne y el pino silvestre, así como otras especies como el abeto de Douglas, la secuoya, el roble americano y el nogal americano.
La Alameda de Santiago de Compostela, un espacio histórico y natural, nos ofrece un paseo único por la flora ornamental de la ciudad. Cada árbol cuenta una historia, cada especie nos habla de un tiempo y un lugar. Un paseo por sus jardines es un viaje por la historia y la naturaleza, una experiencia que invita a la reflexión y al disfrute.
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